jueves, 24 de septiembre de 2009

Periplo

A más ver, desazón, capitán araña.
Con el heroico pesar de Diodoro,
que de estrellas hice mi tesoro
y del respingo de Estrabón mi Bretaña.

Celtibero, ara gigante, con el lenguaje Castellano.
Y de viajes por Castilla, casi Leonés.
“Con la iglesia hemos topado, amigo mohicano”
Y su monje, lisiado, mi fue tornó a es.

Miguel, su nombre, de Lepanto torturado.

Y, los vientos, mi velero, sufrió con la fazaña
del culterano casi fino en disputa conceptual.
“En tu soberbia misma te detienes” gritaba con saña
el novísimo nombrado, al charco, con su verbal.

Desamigo del Dinero, compañero de la Tacaña.

Continué mi Odisea, de viajes y quimeras;
cruzando el Lete, el demonio, me habló de Dante.
“Adelante, si son nueve, nada más” Repitió Eneas
Y me hice al folio, con Virgilio por acompañante.

Hasta las Orillas del Duero, donde acababan las mareas.

Corto, Beatrice, se hizo el camino al Averno
Y, el murciélago, no me atemorizó gracias a Darío.
Que las Sesenta Flores Grises me pusieron tierno
y los Poemas de Amor, fueron sólo Veinte desvaríos.

En un viaje por mil mares, por cien mil cuadernos

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